lunes, 5 de abril de 2010







Dios bendiga el día que alguien dió la primera pincelada de las grandes obras de arte que supieron ir más allá de todo racionalismo y nos llevaron a un mundo de sensaciones que a más de uno habrán hecho cuestionarse su Fé...

Si alguien es capaz de cuestionar la grandiosidad de esta obra realizada por Le Corbusier en 1954, hace más de cincuenta años, que muestre sus cartas, porque yo todavía soy incapaz de comprender el complejo proceso cognitivo y compositivo de la mente del artista, capaz de transformar en realidad tan magníficos trazos...

Cómo puede una persona acercarse tanto a corrientes artísticas tan opuestas entre sí , pero a la vez tan parecidas?

Ésto es lo que Él hacía mientras el resto del mundo se daba cabezazos contra el hormigón armado y sus estipulados y mecanizados encofrados. Es lo que se llama "romper moldes" y nunca mejor dicho...es una oda a la PROPIA IDENTIDAD...EL VALOR DEL LUGAR... el LOCUS. Todo buen enseñante de arte no puede dejar pasar por alto una obra como esta.

Puede que para muchos ésta no pueda clasificarse como una gran "obra de artes plásticas y visuales", pero en mi opinión, mejor no ser valorado por aquellos que aclaman una sala de museo llena de heno como grandiosidad, y sí ser admirado por unos pocos que sepan comprender y apreciar el gran trabajo y esfuerzo mental que debe llevar consigo una verdadera obra de arte...
Personalmente me resulta imposible admirar ciertas "creaciones artísticas" porque lamentablemente no puedo evitar compararlas con grandes iconos como Éste.
Yo me quedo con lo que me hace sentir y soñar...aquello que me devuelve la FÉ.










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